son olas relativamente grandes y espontáneas
que no se explican por el estado del mar ni por terremotos, y que constituyen
una amenaza incluso para los grandes barcos y transatlánticos.
En oceanografía, se las define con más precisión como aquellas olas cuya
altura es mayor que el doble de la media de la altura del tercio mayor de las
olas en un registro.
Tomadas por legendarias, se las conoce hoy en día como un
fenómeno natural de los océanos, no infrecuente, pero muy raramente
testimoniado. Los relatos de marineros y los daños infligidos a barcos sugerían
su existencia, pero su medición científica fue confirmada positivamente sólo
tras el seguimiento de una ola gigante en la plataforma petrolíferaDraupner
en el Mar del Norte el 1 de enero de 1995. El evento,
que infligió daños menores a la plataforma, confirmó la validez de la medida.
Las olas gigantes han sido citadas en los medios de
comunicación como la posible causa de la súbita e inexplicable desaparición de
muchos barcos transoceánicos. Aunque podría ser una causa creíble de muchas
pérdidas inexplicables no hay hasta ahora evidencias claras, ni tampoco ningún
caso donde haya sido la causa confirmada, asimismo, esta afirmación se
contradice con los registros de la aseguradora naviera Lloyd's.Uno de los
escasos casos en los que existen evidencias de que una ola gigante
"podría" haber sido la causa del hundimiento de un buque es la
desaparición del carguero MS München, detallado más adelante.
En febrero de 2000, un buque inglés de investigación oceanográfica navegando en
la zona del Peñón Rockall al oeste de Escocia halló las mayores olas
jamás medidas por instrumentos científicos en mar abierto.También se ha
teorizado y respaldado con informes periciales que la avería inicial del
petrolero Prestige en noviembre de 2002 fuera provocada por este
fenómeno.
Durante el Proyecto MaxWave, los investigadores,
mediante datos tomados por satélites de la Agencia Espacial
Europea, identificaron un significativo número de señales que podrían ser
evidencia de olas gigantes. No obstante, el método que convierte los ecos del
radar en medidas de elevación de la superficie sigue en proceso de mejora.
Para las olas producidas por una tormenta en alta mar es
común alcanzar los 7 m de altura, bajo condiciones extremas estas
olas pueden alcanzar incluso los 15 metros.
No obstante, durante siglos las leyendas marítimas hablaban
de la existencia de olas mucho mayores, auténticos monstruos de hasta 30 m de
altura (aproximadamente la altura de un edificio de 12 pisos) que podían
aparecer sin previo aviso en mitad del océano, contra la corriente y la
dirección dominante de las olas, a menudo en perfectas condiciones
atmosféricas. Se decía que tales olas eran un muro casi vertical precedido de
un seno tan profundo como para llamarlo "un agujero en el
mar"; un barco que encontrara una ola de tal magnitud sería improbable que
sobreviviera a la tremenda presión de hasta 100 t/m² ejercida por el peso de la
rompiente del agua, y seria casi con total seguridad hundido en cuestión de
segundos.
Un barco es diseñado habitualmente para resistir presiones
producidas por olas de tormenta de hasta 15 m y presiones de alrededor de
15 t/m² (147 kPa) sin daño, incluso algo más (sobre 20 m) si se le permite
cierta deformación.
Los científicos negaban tales relatos, asegurando que los
modelos matemáticos indicaban que las olas mayores de 15 metros de altura eran
eventos tan raros como para producirse "una vez cada 10.000 años". No
obstante imágenes de satélite recientes han demostrado que olas de hasta 30 m
de altura son mucho más comunes que lo que la teoría de probabilidades predeciría
usando la distribución de Rayleigh sobre altura de olas. Asimismo,
las lecturas de presión de las boyas amarradas en el Golfo de México durante
el Huracán Katrina también indicaban la presencia de olas de esa
altura. De hecho, parecen ocurrir en todos los océanos del mundo muchas veces
cada año. Esto ha causado de nuevo el examen de la razón de su existencia, así
como la reconsideración de sus implicaciones en el tráfico marítimo.
También se sabe que las olas gigantes ocurren en los grandes
lagos, que son casi mares interiores. Quizás la más famosa, de acuerdo con
algunas teorías, fue la responsable del hundimiento del barco SS Edmund
Fitzgerald en noviembre de 1975 (ver más adelante). No obstante se han
sugerido otras causas. El incidente se halla lejos de ser resuelto.
Una ola gigante no es lo mismo que un tsunami. Los
tsunamis son olas generadas por desplazamientos de masas que se propagan a gran
velocidad y que son más o menos advertibles en alta mar, sólo se vuelven
peligrosos conforme se acercan a la orilla y no suponen ningún peligro para la
navegación (Los únicos barcos perdidos durante el tsunami de 2004 en Asia se
hallaban en puertos). Una ola gigante, por el contrario, es un evento
localizado que ocurre generalmente en alta mar.
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