domingo, 3 de septiembre de 2017

prevención y mitigacion

Frecuentemente surge la pregunta entre las comunidades científicas encargadas de estos temas sobre qué tan natural es un desastre natural. Esto es, qué tan responsable es la actividad humana, tal como la industrial, del creciente número de desastres naturales en el planeta, en virtud del hecho de que ello está acelerando el ritmo de calentamiento del planeta (véase también Protocolo de Kyoto e IPCC). También se discute sobre la inequidad económica, que vulnera más a los más pobres y les impide acumular el capital necesario para construir en zonas de menor riesgo, por citar sólo unos ejemplos de la contribución del hombre a aumentar el riesgo de desastres naturales.
En el gráfico al lado se puede apreciar una tendencia al incremento en los registros de desastres naturales a lo largo de 2 décadas.​
Según el estudio desarrollado por Oxfam, en el período 1987-2007, se han cuadruplicado los desastres naturales e incrementado el número de personas afectadas.
Entre los principales institutos que abordan esta disciplina se encuentran el International Institute for Applied Systems Analysis (IIASA) de Austria, el ProVention Consortium, el Earth Institute de la Universidad de Columbia, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) en México, y la Universidad de Kobe en Japón, así como organismos de la ONU como el Oficina Para la Coordinación de Asuntos Humanitarios OCHA (Cooperación para Ayuda Humanitaria), el ISDR (Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres), así como oficinas especiales en el Banco Mundial, la CEPAL y el BID.


  • Prevencion:corresponde a las actividades destinadas a proporcionar protección permanente frente a los desastres (eliminación del riesgo). La mitigación se refiere a las medidas que tienen como objetivo reducir el impacto del desastre en la sociedad y en el medio ambiente, actuando sobre las causas que lo provocan (peligro y vulnerabilidad).
    Por último, la preparación es la capacidad para predecir, responder y afrontar los efectos de un desastre, incidiendo sobre los efectos que provoca.
    Por ejemplo, se puede pensar en una población en la ribera de un gran río que sufre constantes inundaciones. Dada su situación de vulnerabilidad específica (casas de barro, cultivos cercanos al río, captación directa de agua del río para beber sin ningún tipo de protección), cuando la catástrofe ocurre (crecida del río), se convierte generalmente en un desastre (pérdidas de vidas y bienes materiales, de medios de vida, de vivienda, etc.). Intervenciones tales como la reubicación permanente de las poblaciones fuera de las zonas de inundabilidad o la construcción de diques para impedir el desbordamiento del río podrían reducir en gran medida el riesgo de afectación de potenciales inundaciones.
    Estas últimas serían consideradas acciones de prevención (a pesar de que nunca podemos hablar de riesgo cero).

  • Mitigacion:También podemos pensar en un plan de reforestación para los árboles que evite la erosión y reduzca las velocidades cuando el río se desborda. Con estas medidas, no estamos impidiendo la catástrofe (el río se desborda de igual forma), pero la población reduciría su vulnerabilidad específica (disminuyendo el impacto del desastre), lo que se considera una acción de mitigación
  • Preparacion: la población puede construir un refugio en un lugar alto y hacer un plan de evacuación. En este caso se trata de un reconocimiento de que el desastre va a ocurrir, implementando una actividad de preparación. La preparación comienza con la creación de diversos mecanismos que permitan tanto la predicción de las catástrofes como una respuesta rápida y efectiva cuando éstas se desencadenan, de forma que se pueda minimizar la pérdida de vidas humanas, así como los daños materiales, económicos y medioambientales, facilitando además las posteriores intervenciones de rehabilitación.
    Algunos ejemplos son los sistemas de alerta temprana (SAT), los planes de contingencia, la capacitación, las acciones de simulacro o los mapas de vulnerabilidad.
    En este sentido, toda intervención de preparación debe tener en cuenta el empoderamiento de la comunidad y su derecho a participar como factores de importancia central en la gestión de la crisis.
    Una buena preparación puede marcar una diferencia sustancial en términos de impacto de un evento extremo. Así, el huracán Michelle que se abatió sobre Cuba en noviembre de 2001 fue la tormenta más violenta desde 1944. Sin embargo, sólo murieron cinco personas. La eficacia de la defensa civil y de la planificación de la Cruz Roja garantizaron la evacuación de 700.000 personas a refugios de emergencia. En el ámbito técnico, en La Habana se cortó el agua y la electricidad para evitar que hubiera muertos por electrocución y contaminación por aguas residuales.
    Previamente, se había instruido a la población para que constituyera reservas de agua y limpiara las calles de escombros que podían causar daños.

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