El alud de San
Carlos Minas, registrado en ese poblado cordobés el día 6
de enero de 1992, fue una catástrofe producida tras una madrugada
lluviosa. En este suceso perdieron la vida cerca de 40 personas en tal
localidad y 13 más en pueblos cercanos, marcando uno de los peores desastres
naturales en la historia de la provincia de Córdoba.
Durante la madrugada del 6 de enero de 1992 una gran tormenta afecta
la zona oeste de la provincia de Córdoba, en 6 horas seguidas se registra
una precipitación de 240 mm. de lluvia en la cuenca alta de los arroyos Jaime y
Noguinet, este último se encargaría de llevar la mayor cantidad de sedimento
aluvional hacia el pueblo de San Carlos Minas, ubicado a 230 km. de la
capital provincial.
Durante las primeras horas de la mañana las precipitaciones habían
terminado, mientras que el río Jaime no presentaba peligro alguno ya que los
torrentes de agua y lodo circulaban bastante fluidos, el
arroyo Noguinet (que bordeaba en forma de zigzag la localidad) se encontraba
sobrecargado de una manera alarmante. Cerca de la 7:00 UTC-3 ya se
evidenciaba que el pueblo se encontraba en serio riesgo al desbordarse el
arroyo en varios tramos de su cuenca media.
Aproximadamente antes de las 9:30 UTC-3, mientras la
mayor parte de su población dormía ocurre lo peor: de un momento a
otro y en pocos minutos, una pared de agua, lodo y rocas de varios metros de
altura destruye el puente que cruza el arroyo, entra por un
barrio periférico y arrasa con decenas de hogares con sus moradores en su
interior. Al torrente lo toma pocos segundos llegar y destruir el centro de
dicha localidad, arrasando con casas enteras y automóviles que
desaparecen bajo sus aguas. Los residentes que se refugian en los techos de sus
casas ven horrorizados como por las calles del pueblo el agua arrastra desde
cadáveres hasta muebles, autos y todo tipo de objetos. El furioso aluvión arrasa
con dos tercios del pequeño poblado. Hasta la iglesia local se encuentra con
varios centímetros de lodo en su interior.
Para las 17:00 UTC-3 el agua ya había
cedido casi en su totalidad y los ciudadanos sobrevivientes pudieron observar
como gran parte del pueblo, junto con decenas de vecinos, habían desaparecido
debido los 1.000.000 de m3/hora (o lo que equivaldría a 2.800 m3/segundo) de
agua y lodo que el arroyo Noguinet transporto esa mañana, cuando un
día normal su flujo es de 0.60 m3/segundo.
Al día siguiente de la catástrofe ya la prensa
nacional estaba retratando lo sucedido en ese poblado cordobés y sus habitantes
se dedicaron a la difícil tarea de recuperar lo poco o nada que les quedó. En
las primeras horas ya habían sido trasladados a la iglesia los
cuerpos de 17 personas mientras se temía por la suerte de los desaparecidos que
se calculaban en un número de 40 o 50.
El arroyo, previo a circundar el casco urbano, debía sortear
una rocosa montaña. Debido a ese obstáculo natural, el arroyo creaba un meandro
cerrado y una curva repentina a la vera de dicha localidad. El día de la
tragedia, ese barranco sirvió como una combinación fatal: la furia del agua, a
chocar con ese paredón que originaba la curva, generó un frente de 7 metros de
altura. Al llegar al centro, la misma se disipó a 3 metros de altura,
pero llegó a superar los 800 metros de largo; por otra parte aguas abajo del
natural valle de inundación la especulación inmobiliaria había
promovido la edificación de barrios habitados en las zonas potencialmente
inundables (y que en esa fecha se inundaron).
Esa columna de agua se unió con otra que entró al mismo
tiempo por una cañada que bordea el sector este de la ciudad. Ese frente de
agua llegó a bordear San Carlos Minas sin problemas, hasta que creció el caudal
y desbordó entrando al pueblo y generando más agua.
Debido a que el frente desmoronó el arco del puente, se
formó una barrera de troncos de árboles arrastrados por el arroyo y eso generó
que entrara más agua al pueblo, y a la vez con más rapidez.
Posteriormente, se dinamitó la montaña que desviaba ese
sector del cauce y se desvió el curso del río, incluyendo la construcción de un
nuevo puente sobre la ruta provincial 15, para evitar que el Noguinet curse esa
pronunciada curva.
La primera ayuda en llegar provino de los propios ciudadanos
y habitantes de localidades vecinas y a las pocas horas llegaría el presidente de
la nación Carlos Saúl Menem con rescatistas especializados y socorro
a las víctimas y desamparados del desastre natural. La ayuda del gobierno de
la provincia de Córdoba y de sus habitantes también fue muy notoria
en el correr de los días posteriores.
La primera ayuda en llegar provino de los propios ciudadanos
y habitantes de localidades vecinas y a las pocas horas llegaría el presidente de
la nación Carlos Saúl Menem con rescatistas especializados y socorro
a las víctimas y desamparados del desastre natural. La ayuda del gobierno de
la provincia de Córdoba y de sus habitantes también fue muy notoria
en el correr de los días posteriores.
Las consecuencias finales fueron terribles para San
Carlos Minas, en un primer momento se informó de 17 cuerpos rescatados y más de
medio centenar de desaparecidos, las cifras finales y oficiales consignan que
murieron entre 36 y 42 vecinos o el 5 % de sus 950 habitantes en ese
momento. Otras 8 victimas fatales se registraron en Cruz de Caña, 3
en Villa de Soto y 2 en Toro muerto y Río Ceballos.
El 75% del pueblo había sido arrasado por la pared de agua que
tubo un ancho de 1.400 metros, 60 casas desaparecieron desde sus cimientos y
otras 120 presentaban daños de diversa índole. Este aluvión queda recordado
como uno de los peores desastres naturales de ese tipo en la historia de Córdoba y
de la Argentina.
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